Te escribo desde Kamakura, un pueblo playero y bastante surfer a una hora y media de Tokyo. Ayer terminó la segunda edición de Stationery Trip, y necesitaba salir de la gran ciudad para procesar y emocionarme tranquila.
El plan de llegar e ir a meditar a la playa se transformó en comprar comida hecha en un Lawson, encerrarme en la casa en la que me hospedo a escuchar el viento y el diluvio universal, estar en posición horizontal y mirar el techo de mi cama. Lloré un poquito y dormí once horas.
Esta mañana me levanté y caminé hasta un templo budista donde hay una gran figura de Buda hecha en bronce, grande, muy grande. Me senté en los bancos que había a su izquierda, donde había varias personas haciendo sus respectivas oraciones. Yo cerré los ojos y automáticamente sentí el llamado de mi cuaderno. Lo saqué y empecé a escribir.
Podría decir que el ambiente me inspiró, pero no, la inspiración vino antes, vino de pasar dos semanas con un grupo de mujeres increíbles viajando, conversando, juntando papelitos, escribiendo y llenando cuadernos juntas.
Nada de todo lo que tengo en mi cabeza y en mis páginas en este momento está en una instancia de ser publicado, si me lees hace tiempo sabes que la inmediatez no es lo mio.
Pero empezó abril, mi trabajo como coordinadora de este viaje acaba de terminar y mi energía pasa a lo siguiente. Saber que la primavera recién empieza y que cuando llegue a su máximo esplendor estaremos con Marina Bianco en nuestra casita de retiros (si, ya la sentimos nuestra) escribiendo con otras seis mujeres, no solo me da ganas de volver, sino que me llena bastante el corazón.
Después de varios otoños, el Retiro de Escritura que creamos con Mar Bianco abre sus puertas a una nueva estación.
Del viernes 9 al domingo 11 de mayo, nos encontraremos en una casa de campo en las afueras de Barcelona para conversar, leer literatura autobiográfica, comer rico y escribir la vida. Un retiro para escribir sin presiones, desde el deseo y las ganas de poner en palabras lo que llevamos dentro, una oportunidad para cultivar la práctica creativa, para alejarse de lo cotidiano y respirar aire puro. Un retiro del que han participado mujeres que nunca antes habían escrito y mujeres que escriben como los dioses (ay que privilegio es este retiro!!).
Escribir puede ser un hábito, puede ser un hobbie, puede ser una necesidad del cuerpo. Escribir suele ser una práctica solitaria, pero cuando el acto de escribir es compartido, la experiencia se vuelve transformadora.
Si quieres recibir toda la info, escríbenos a retirosdeescritura@gmail.com.
Vuelvo pronto, a casa y acá, a contarte más de este viaje por Japón.
Nos leemos.
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