Una serie de sucesos y conversaciones trazó una línea que se introdujo de forma directa y profunda en un lugar oscuro (no por tenebroso sino por desconocido), un lugar al que me costaba (y aún a veces me cuesta) acceder. Y que a la vez, lo llevo tan adentro mio que me pregunto si no es el propio espacio el que está buscando la forma de entablar una relación más cotidiana con mi parte más mundana.
La última vez que había soñado tan nítido, esos sueños que de tan reales confunden, había sido en el retiro de meditación Vipassana de once días que hice en Japón. Nada es casualidad (a esta altura ya estoy convencida de que no existen). Volver primero al lugar del que me fui conforme, sin desesperación, sin lista de cosas que quedaron pendientes “para la próxima”.
No tengo el control de nada.
Mi blog de viajes se llama Brindamos por viajar, no es un nombre que me encante, pero es un nombre que tiene sentido. Desde que empezamos a viajar con Mar, mi novio, en cada lugar que visitamos, la ultima noche brindamos por volver. Todo empezó porque al viajar con días de vacaciones limitados, siempre nos quedaban esas ganas de más, pero con el tiempo, se transformo en un ritual: “brindamos por volver porque si volvemos quiere decir que seguimos viajando, y lo que más queremos es viajar”. En un acto de desesperación por resolver el tema del nombre del blog, decidimos ir por ahí.
Viajando lento y mucho, el ritual se mantuvo, sin pensar en si sería posible, si nos daría la vida para poder volver a cada lugar que visitamos… por las dudas brindamos. También lo hicimos al cerrar nuestros tres meses de viaje por Japón. Recuerdo decirle a Mar… “en algún momento querré volver, pero hoy no está entre mis prioridades”
Ichigo Ichie.
“¿Por qué creés que de todos los lugares que visitaste, tu sueño fue volver a Japón?”, me pregunto M en una sesión en esos meses en los que Japón tenía toda mi atención. No le supe responder en el momento.
Ella quería saber qué me había quedado pendiente. Reformuló la pregunta varias veces y usó esa expresión… “quedar pendiente”.
Lo reflexioné durante mucho tiempo, hubo semanas en las que no hablamos del tema, pero esa pregunta ya estaba sembrada en mi cabeza.
La justificación fácil podría ser que Japón es el país en el que más tiempo estuve, pero honestamente, no creo que tenga que ver con el tiempo.
Escribí mucho sobre esto, antes, durante y después del viaje. Constantemente aparecían hilos conductores que me llevaban a pensar en eso.
“Ichigo Ichie”, fue uno de esos hilos.
Una frase que conocí aquella primera vez, que reapareció en una ceremonia de té que hicimos en Kioto con el grupo, y volvió a aparecer en uno de los talleres.
Ichigo Ichie significa de manera literal “una vida, un encuentro” y es un concepto japonés de esos que son mucho más que una expresión. Es de esos conceptos que forman parte de una filosofía de vida.
Ichigo Ichie te invita a atesorar un momento que es único y que nunca se va a volver a repetir.
Si lo pensamos, todos los momentos lo son, pero lo importante está en ser conscientes del presente y de lo que vivimos para poder identificar ESOS momentos, disfrutarlos, atesorarlos.
Cuando este concepto que conocía pero tenía olvidado volvió aparecer, me di cuenta… Japón es mi ancla al presente. Al momento presente, a estar presente. Aunque practique ese “estar presente” a diario, no me es fácil. El pasado me visita más seguido de lo que quisiera y el futuro, que no existe, me genera más ansiedad de la que puedo manejar.
Pero llego a Japón y es como si esa frase se me metiera por los poros.
“Vuelvo primero a uno de los países de los que más satisfecha me fui, a donde pensé que no necesitaría volver tan pronto, porque lo viví y recorrí durante tres meses, porque creí que había otros lugares que estaban más arriba en mi lista de prioridades, lugares en los que me habían quedado más cosas pendientes.”
Y cuanto más reflexionaba sobre esa pregunta, sobre esa vuelta, sobre ese sueño, más pensaba en esa primera vez.
Viaje en el tiempo.
El 2019 vuelve a mí una y otra vez. Por momentos pienso en el retiro de meditación Vipassana que hice en las montañas de Kyoto en aquel primer viaje. Me acuerdo de Priya, una india de padres europeos con la que hablé de cómo estaba cerrando una primera vuelta al mundo con un viaje hacia adentro. Pienso en mi inconsciente, en la intuición que pensé que no tenía, en mi mundo onírico que casi ignoraba, hasta que golpeó la puerta tan fuerte que tuve que hacerme cargo.
No puedo evitar preguntarme a cuántos otros sueños no les habré prestado atención. Me reprocho a mí misma lo poco que recuerdo mis sueños y me doy cuenta que solo una vez había soñado tan nítido, tan claro, como ese sueño del viaje de journaling y papelerías, y esa vez había sido en Japón, durante aquel retiro de meditación.
Todo tiene que ver con todo.
Las casualidades no existen.
Volví hace un mes de Japón y me doy cuenta lo mucho que ese país, y este viaje en particular me enseñó de mí misma. Creí que ningún lugar podría ser tan maestro como India, que ninguna experiencia seria tan intensa como la de Marruecos o la de Myanmar, pero Japón es un país que te hace reflexionar, lo hace de otra forma, quizás más suave, más amena. Viajar por Japón es muy fácil, el margen de error es muy chiquito, todo esta muy organizado, limpio, todo es servicial al extremo, y así todo, cuando sentís que estás en un lugar donde todo fluye….no paran de caer pequeños (y no tan pequeños) rayos de enseñanzas y reflexiones.
Quizás yo no tenía nada pendiente con Japón, pero Japón lo tenía conmigo. Quizás este viaje marcó un nuevo comienzo, de un nuevo ciclo. Como en aquél entonces, Japón marco el final de otro. Quizás, simplemente, lo único que necesitaba era volver a estar un poquito con los pies en el PRESENTE.
Al papel.
Hoy te comparto una pregunta para reflexionar y escribir una respuesta como salga, sin exigencias, pero que dure al menos 20 minutos de escritura constante (parece un montón, pero te juro que no):
¿Cuál es tu ancla al presente?
¿Y ahora?
Termino de darle un poco de forma a esta entrega mientras estoy en una isla italiana, en otro viaje, más corto, igual de importante, con muchas otras cosas que pensar, procesar, registrar.
Pero, ichigo ichie, intento seguir conectada con el presente, respetando mis procesos y atesorando momentos (muy felices, por cierto) que son únicos y que sé que no se repetirán.
También estoy trabajando mucho offline y creando los Encuentros de escritura cotidiana (si quieres sumarte, este sábado tenemos encuentro, son todos independientes y puedes sumarte a los que quieras).
Tengo mucho que contar de Japón pero el tiempo pasa y hay muchas otras cosas sobre las que escribo y quiero escribir, así que si te gustaría saber algo del viaje, déjame tus preguntas así las respondo en una próxima entrega o te respondo por aquí mismo =)
Gracias por estar del otro lado, nos leemos pronto.
Posdata👇
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